El primer paso consiste en colocar los frijoles en un recipiente con 2 litros de agua. Estos deben permanecer en remojo por un tiempo mínimo de 8 horas, no existe ningún problema si incluso eliges remojarlos desde la noche anterior. Lo importante es que no estén duros al momento de la cocción.
Una vez transcurrido un tiempo prudente, el siguiente paso es retirar los frijoles del agua y escurrirlos bien, antes de trasladarlos a un recipiente, donde se cocinaron con un poco de agua, cebolla, sal y ajo, para que los mismos vayan adquiriendo mucho sabor.
El siguiente paso, es saltear la cebolla en un poco de manteca de cerdo hasta que se dore perfectamente, recuerda removerla regularmente, para que la cebolla se dore, sin que se queme.
Una vez que la cebolla ya está en su punto, lo siguiente es agregar los frijoles, cuando estos ya estén perfectamente cocidos. Los mismos se los debe agregar con su respectivo caldo y se lo debe cocinar hasta que hierva.
Mientras todo termina de cocinarse, llega el momento de preparar la masa tan característica de esta receta. Para ello debemos colocar la harina para tortillas en un recipiente, donde le agregaremos los chicharrones triturados, sal, agua tibia y un poco de manteca de cerdo, para que la preparación adquiera una textura mucho más apropiada y suave. Siempre es mejor que la masa esté un poco seca, y no muy húmeda.
Una vez que la masa adquiere una textura uniforme, solo resta hacer pequeñas pelotitas, para posteriormente hacerles una pequeña hendidura con el pulgar, para que termine de adquirir su forma típica.
Ahora solo resta añadir los jarochos al caldo donde ya deberían estar hirviendo nuestros frijoles, y cocinarlo a fuego lento, sin remover en exceso. Recuerda que si lo mueves demasiado corres el riesgo de que la masa de los Jarochos termine por desintegrarse.